martes, 21 de enero de 2014

Cansancio.


21/1/14

Cansada de levantarme cada mañana sin ningún motivo, aún no sé porque me levanto. Puede que sea porque mi madre me separa de las sábanas y corro a cubrirme con la bata, o porqué si tardo cinco minutos más mi hermana ocupará el baño, y no quiero estar esperando en el pasillo. O porqué la leche se enfriará, sí, eso será. O no, puede que no quiera llegar tarde a clase, eso de que todos estén sentados y tengas que dar explicaciones de tu retraso es muy bochornoso, paso.

Cansada de llegar a clase, sentarme en la primera mesa de la primera fila empezando por la derecha y saber que me quedan siete horas para poder irme. Tampoco sé porque salgo de casa, ahora el frío es inaguantable y no me protege ni el abrigo nuevo ni la bufanda de lana, de lana he dicho eh.

Cansada de llegar a casa, después de las siete horas interminables, y tampoco encontrar un descanso, una esperanza. Sé que entraré por la puerta y me saludará mi abuelo, dejaré la mochila tirada en el suelo y apareceré en la cocina para comer en quince minutos e irme a mi habitación a sentarme en una silla incómoda, para no levantarme hasta las seis, que mi hermana llamará unas dos veces al timbre porque nadie le contesta y después regresar a lo que esté haciendo, siempre acompañado de gritos dolorosos. A las nueve, si alguien se indigna, me dirá que acuda al comedor a cenar y suerte si alguien se salva.

Cansada de ver esa cara sonriente a primera hora, cuando yo aún pienso en mi cama, cansada de ese “pues me va de lujo” cuando yo diría “pues me va de pena”, de ver ese abrazo que se están dando unos que están a apenas a cinco metros de mí. Cansada de leer historias de los demás, cansada de… Añadir lo que queráis, estoy cansada de todo.

Cansada de estar en frente del armario, pasando mi dedo índice por cada prenda, analizándola una a una, y ni aun así saber que ponerme para bajar a pasear al perro, en mi caso a tirar la basura, que deprimente. Cansada de mirar alrededor y que odie todo, hasta las baldosas del suelo, aunque eso tiene su lógica, parecen pequeños bichos aplastados.

Cansada de no obtener nada, de correr una maratón, dejarte las piernas y los pulmones, como no, y sentirte como si hubieras estado sentado en el sofá. De no dormir por conseguir ese diez que tanto quieres y no llegar ni al siete. De proponerte unas metas para conseguirlas, tal vez de esa manera consigas ser feliz, y te quedes en el paso de proponerte metas. Pues sí, estoy cansada de todo.

Sé que cuando encienda la televisión voy a escuchar las mismas noticias, mentira, cada día es una persona diferente la que roba y la que se queda sin casa, sin una oportunidad en esta cruel vida, para ser delicada.

Cansada de “pero ríe mujer”, ríe tu si te atreves. De querer seguir adelante, viajar a ese sitio que quería ir cuando era pequeña, de perderme por tiendas y salir con mil bolsas, ninguna de ellas esperadas. De encapricharme de alguien que me haga reír en cualquier momento cuando ya lo daba por perdido. Os lo explico, soy una chica anti romántica pero ñoña. Sí, una cosa rara, pero soy así. Y si encontré a alguien que me aceptara siendo así, bastante es. Ahora me he cansado de eso. No habrá ninguna esperanza y yo estaré en lo cierto. Viviré sola, miento, tendré la compañía de un hámster, y seré profesora. No debería pensar en estas cosas con 17 años, pero es lo que toca.

También ya estoy cansada del futuro y de lo que nunca pasó ni pasará. Cansada de las vacaciones que nunca tendremos, de las cartas que nunca nos daremos (sí, nos gustaba entregarnos las cartas en persona), del suspiro: te quiero.

¿Vosotros ya estáis hartos no? ¿Os he cansado? Pues así me siento. Cansada de ver mi vida desde una ventana un día de lluvia, sentada en un banco sin pintar, desde el borde de un abismo acompañado con viento. Cansada de todo.  Y ahora me diréis que sí, que todos nos rallamos alguna vez y que yo soy una indignada, incomprendida o amargada del mundo. Pero que en el fondo todos somos iguales y todos queremos lo mismo, la felicidad.